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25 de abril: Día Mundial del Paludismo

Esta enfermedad es causada por un parásito denominado Plasmodium que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. Si no se trata rápidamente, puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una estrategia multidimensional para prevenir, controlar y eliminar el paludismo; misma a la que adhiere Tucumán.

La mayor parte de los casos y defunciones por paludismo se concentra en África, aunque también puede encontrarse en zonas de Brasil, Bolivia, Ecuador y América Central. La patología, también conocida como malaria, es transmitida por mosquitos del género Anopheles, o comúnmente llamados sancudos. Son insectos más bien grandes, con patas largas, y en Argentina pueden estar presentes en lugares como Jujuy, Salta y Misiones; aunque cabe aclarar que en nuestro país no hay casos autóctonos desde hace un tiempo hasta la actualidad. De hecho, Argentina se encuentra en proceso de certificar la eliminación de dicha enfermedad por casos autóctonos.

Entre los síntomas del paludismo destacan la fiebre, las cefaleas y los vómitos, que generalmente aparecen entre los 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Puede haber agrandamiento del hígado, el bazo, escalofríos, dolores musculares, y en algunos pacientes con paludismo complicado problemas renal, cerebral, digestivo.

“Habitualmente lo que uno encuentra en el laboratorio es anemia, porque el parásito infecta los glóbulos rojos, se rompen y van disminuyendo en cantidad. Las personas más propensas a complicaciones son las embarazadas y los niños pequeños”, explica el doctor Gonzalo Tomás, médico infectólogo del hospital Avellaneda.

Y agrega que, en Argentina se busca que se dejen de introducir casos importados a partir de países vecinos, para que en las provincias donde hay vectores (como  Salta, Jujuy y Misiones), éstos no sean infectados y no contagien.

“Debemos sospechar de todos los pacientes que vengan de áreas donde hay paludismo activo como Bolivia, Brasil en la zona del Amazonas, Colombia, Ecuador, América Central, Asia y África. Presenten o no fiebre, agrandamiento del hígado y malestar general. En algunas especies del parásito, hasta tres años después del viaje se puede presentar un síntoma de la enfermedad porque hay formas del parásito que  duermen en el hígado y pueden actuar después. De acuerdo a la especie, hay casos más complicados que otros”, detalla el profesional.

Sobre el tratamiento

“En el hospital Avellaneda somos referentes en esta patología, sobre todo para los pacientes que necesiten internación; debido a que estamos en una posición geográfica estratégica para los casos que pueden llegar desde el norte, como Salta o Jujuy. Sin embargo, todos los hospitales de cabecera cuentan con infectólogos que pueden iniciar el tratamiento contra la malaria”, cuenta Tomás.

Como toda patología, siempre la asistencia comienza en la atención primaria (CAPS y policlínicas). Una vez que el médico tiene la sospecha de la enfermedad, deriva al paciente al hospital referente para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado.

“Es fundamental que se diagnostique y trate tempranamente. Hace mucho tiempo que en Tucumán no se detecta paludismo autóctono ni se ve el vector; pero si existiese, se tomaría una muestra de sangre a la persona infectada para hacer un diagnóstico rápido. Se envía al Laboratorio de Salud Pública y ahí a través del examen de sangre se puede ver el parásito y la mayoría de las veces identificar qué especie es. También hay algunas pruebas rápidas para hacer, de las cuales disponemos. Una vez identificado, se puede hacer el tratamiento y usar la droga oportuna. La medicación está disponible a través de la Dirección de Emergencias o del Programa de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores”, comenta el profesional.

Y destaca que es sumamente importante que ante la mínima sospecha, incluso sin tener la confirmación del diagnóstico, se notifique a la Dirección de Epidemiología y al Programa de Vectores.

Prevención

Las intervenciones fundamentales son el uso de mosquiteros tratados con insecticidas y la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, las pruebas diagnósticas y el tratamiento de los casos confirmados con antipalúdicos eficaces. En los últimos años, estas medidas han reducido drásticamente la carga de paludismo en muchos entornos, recuerda la OMS.