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Día Nacional del Médico Rural: un homenaje a quienes cuidan donde nadie más llega

En cada rincón apartado de la provincia, donde los caminos se hacen largos y el silencio de la montaña acompaña la vida cotidiana, hay una figura silenciosa y esencial: el médico rural. Este 4 de julio, en el marco del Día Nacional del Médico Rural, Tucumán rinde homenaje a estos profesionales que, con entrega, empatía y profundo sentido de vocación, sostienen la salud de comunidades enteras con una calidez humana que va más allá de la medicina.

Desde el Ministerio de Salud Pública, el doctor Luis Medina Ruiz expresó su reconocimiento a quienes eligen esta noble tarea: “El médico rural es el que más se acerca al sacerdocio de la medicina. Está cerca de la comunidad en los lugares más alejados, muchas veces es confesor, consejero, el que acompaña desde el nacimiento hasta el final de la vida. En Tucumán tenemos médicos rurales en todo el territorio, incluso en alta montaña y zonas de difícil acceso, llevando salud con la mejor calidad a quienes más lo necesitan”.

Uno de esos médicos es el doctor Edgardo David Arce, jefe del CAPS de Los Lotes en Agua Dulce. Desde hace 20 años transita los mismos caminos todos los días para estar cerca de su comunidad. Para él, ser médico rural es más que ejercer una profesión: “Es conocer a tus pacientes integralmente, verlos crecer, acompañarlos en sus embarazos, ayudarlos en sus momentos difíciles. Asistirlos en lo clínico, pero también en lo humano. El médico rural es muchas veces el único sostén de salud, educación y contención que tiene una familia”.

Arce cuenta con emoción cómo su percepción de la medicina cambió radicalmente desde que llegó a Agua Dulce: “Antes pensaba que la enfermedad era solo algo que afectaba un cuerpo. Hoy sé que se gesta en un ambiente. Aprendí que muchas veces no alcanza con dar un antibiótico; hay que trabajar en el entorno, en los vínculos, en la prevención desde la raíz.”

En su CAPS, junto a un equipo comprometido —Ivana Garnica (enfermera), Gaby Albornoz (agente sociosanitario) y Ramona Agustamante (administrativa)— atienden a 219 familias. Su labor va mucho más allá de las paredes del centro de salud: promueven la educación, previenen adicciones y construyen vínculos de confianza con cada paciente.

“A veces soy el único médico que ven en años. Escucharlos, conocerlos, ayudarlos a llegar a un especialista cuando lo necesitan… todo eso es parte de mi rol. No somos solo profesionales, somos vecinos, amigos, acompañantes de vida”, dice Arce, con humildad.

Y deja un mensaje para los nuevos médicos que están por iniciar su camino: “Desde lo económico, tal vez no fue la mejor decisión. Pero desde lo emocional, espiritual y humano, es lo mejor que me pasó en la vida.”

Hoy, más que nunca, es justo destacar y agradecer a quienes, con una mochila cargada de vocación y un corazón abierto, transitan los senderos invisibles de nuestra geografía para mantener viva la salud y la esperanza.