Fibromialgia: Sobreponerse al dolor
Bety y Eugenia son parte del grupo de Terapia de Manejo del Dolor y Fibromialgia que funciona todas las semanas en el Hospital Nuestra Señora del Carmen. Sus historias de lucha y superación son un ejemplo de vida.
Bety Caro tiene 45 años, dos hijos, una nieta y es el sostén de su familia. Fue diagnosticada con Fibromialgia en 2015, si bien ella cree que la padecía desde mucho antes.
“Yo sentía que se me terminaban las pilas, cada día tenía menos ganas de vivir, me costaba mucho levantarme de la cama, me dolía todo y en el Hospital Centro de Salud me atendieron reumatólogos y aquí en el Carmen encontré el grupo del que formé parte como oyente primero. Al escuchar los relatos de las chicas me sentí muy identificada y comencé formalmente con el grupo en el que cumpliré un año el mes que viene”, relató Bety.
“Desde que estoy aquí la mejoría es notable, yo no podía ni peinarme, se me hinchaban los pies, mi lado derecho trabajaba como automáticamente. Esto es un proceso de compromiso, entre compañeras nos llamamos para no abandonar, la salud no tiene precio y la mejoría es emocional también, antes hablaba y lloraba, todas tenemos historias muy duras y hoy puedo hablar sin la angustia constante que sentía, ahí veo la evolución”, concluyó.
Por su parte, Eugenia Susana Garzia tiene 66 años, el año pasado una compañera de yoga le contó que había un grupo de terapia en el Hospital del Carmen. “Pasé por muchos especialistas. Desde los 17 años ya presentaba síntomas, pero una infección que tuve en la vista cuando era maestra rural disparó mis peores síntomas, no podía levantarme de la cama. Me hicieron toda clase de estudios y di con el diagnóstico de Fibromialgia”, dijo.
En cuanto a los progresos que la terapia logró en ella, Eugenia aclara que los dolores no disminuyen, pero explicó: “Aprendés a manejarte con el dolor. Hay que hacer un trabajo mental muy grande para sobreponerse a los síntomas; a partir de mi ingreso a este grupo yo aprendí a buscar situaciones que me den alegría, como escuchar la música que me gusta, bailar, hacer gimnasia, relajarme, respirar y así disminuyo la cantidad de calmantes que tomo y evito caer en cama”, finalizó.