Las casas de convivencia: una nueva vida para los pacientes de Salud Mental
Son dispositivos sanitarios que buscan acabar con el estigma de la manicomialización. El Sistema Provincial de Salud apuesta a estos proyectos para que sus pacientes sean incluidos socialmente y retomen su vida laboral, personal y afectiva de forma progresiva.
El Día Mundial de la Salud Mental se conmemora todos los 10 de octubre, con una campaña que busca concentrar la atención mundial en la identificación, tratamiento y prevención de algún trastorno emocional o de conducta destacado para ese año.
Y es en este contexto que, el responsable de la Dirección General de Salud Mental y Adicciones, doctor Walter Sigler, detalla una de las mejores propuestas del Ministerio de Salud Pública para los pacientes que necesitan externarse y reinsertarse en la sociedad: las casas de convivencia.
“El ministerio viene trabajando desde hace tiempo con lo que es la desmanicomialización, de tal manera que las externaciones tienen que aumentarse, pero para eso hay que ver qué dispositivos de inclusión de calidad le podemos brindar a aquellas personas que todavía requieren algún tipo de contención institucional. Esta casa de convivencia fue la primera en toda el NOA y se convirtió en referente para Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero. Fue una puesta en práctica que llevó a cabo el hospital del Carmen”, relata el referente.
Y recuerda que para llegar a ese objetivo fue importante capacitarse primeramente en Buenos Aires (pioneros en el área) y sensibilizar al personal.
“Hoy estamos viendo el fruto de la medicina basada en evidencia. Pacientes que claramente tuvieron un cambio significativo en su vida y pueden hoy sociabilizarse en diferentes tipos de niveles como ir al cine, al teatro, a ver una obra musical, salir a bailar; lo cual enriquece todo el contexto que tiene que ver con la inclusión bio-psicosocial”, explica Sigler.
Actualmente, el hospital del Carmen cuenta con su segunda casa de convivencia y el hospital Obarrio se sumará al proyecto prontamente, constituyendo el tercer dispositivo de este tipo en el Sistema Provincial de Salud.
La tendencia es que una vez ingresada la persona al hogar, no vaya acompañada por los profesionales médicos sino que sea una inclusión donde los guías sean los operadores terapéuticos. En un primer momento, las usuarias reciben acompañamiento las 24 horas del día, luego 12, después seis horas de lunes a viernes, y finalmente los sábados y domingos pueden estar ellas solas.
“Por supuesto, que antes de la convivencia se realiza un trabajo a nivel de la sala donde ellas están internadas con los equipos terapéuticos. Es un proceso lento, progresivo, pero los resultados son muy satisfactorios. La idea es que ese sujeto que está en las unidades habitacionales posteriormente puede incluirse conviviendo totalmente solo, formar una pareja, porque no casarse, como los derechos que tenemos todas las personas”, cuenta el director.
En tanto, la operadora terapéutica, Paola López, relata que comenzó su labor hace unos años sumándose al equipo de la licenciada Ada Pucheta, en la organización del manejo de la cocina de las usuarias.
“Cuando se abrió la casa, estaba de noche con ellas y luego venían dos acompañantes terapéuticos más que se quedaban en los turnos de mañana y tarde. Así fue primero 24 horas, luego se fue disminuyendo el acompañamiento con las usuarias, tanto de mi parte como de la enfermera. Igual cuentan con los números de teléfonos ante cualquier eventualidad”, narra la profesional.
Y destaca que es un avance muy grande el realizado por las usuarias: “Realizan una vida totalmente normal. Ellas se manejan solas en el colectivo con su pase. Las usuarias contaban con patologías psicóticas, esquizofrenia y depresión, y a pesar de ello pudieron salir adelante. Estar encerrada en el hospital internada iba a ser su patología hacia atrás, no iba a ver un avance. Ellas necesitaban un lugar donde puedan estar y ser escuchadas”.
En primera persona Silvia de 59 años: “Estoy viviendo desde el 2015 en la casa. Me levanto a las ocho de la mañana, tiendo mi cama, acomodo mi placard, limpio el piso, barro y lavo la vereda. Salgo a hacer las compras una vez a la semana, para los siete días y cocino. La convivencia es muy buena; somos muy felices en la casa porque es como si nos hubiésemos independizado”. Ángela de 69 años: “En la casa realizo las cosas domésticas. También salimos a pasear, tomar helado, estoy hace tres años y medio aquí”. Alicia de 69 años: “Hace tres años que estoy en esta casa de convivencia, pero anteriormente en el hospital tuve externaciones. Acá se vive una vida diferente al hospital, puedo realizar quehaceres, lo que uno le gusta; somos todas buenas compañeras nos ayudamos mutuamente. A veces viajamos a donde nos invitan y salimos a pasear”. Elsa de 58 años: “Acá festejamos los cumpleaños de cada una. Salimos al centro a comprar mercadería. Yo limpio, otra lava los platos, o cocina. Nos vamos al abasto a comer a veces. Al principio no queríamos salir pero nos sacaba la operadora (terapéutica) a tomar mate en la plaza, y luego solas comenzamos a hacer nuestras cosas. El mensaje que le puedo dejar es que tengan fe, que en aquí se recuperan”. |