Tucumán impulsa la sensibilización en el Día Internacional de la Concientización sobre el Ruido con un llamado a proteger la salud auditiva

Cada último miércoles de abril, desde 1996, se celebra el Día Internacional de la Concientización sobre el Ruido, con el objetivo de alertar sobre los riesgos de la exposición sonora y su impacto en la salud. En este marco, la doctora Alejandra Maciel, jefa del servicio de Otorrinolaringología del hospital Avellaneda, informó sobre las principales consecuencias auditivas y destacó la importancia de adoptar medidas preventivas, siguiendo los lineamientos del ministro de Salud Pública, doctor Luis Medina Ruiz.
En primer lugar, explicó el sentido de esta conmemoración a nivel global: “Este día se orienta a promover que tomemos conciencia y reconozcamos el problema del ruido como una cuestión ambiental que afecta la calidad de vida. Se trata de distintas intensidades de sonidos que forman parte de nuestra vida diaria y que pueden impactar negativamente en la salud”.
Siguiendo esta línea, se refirió a los efectos que puede tener la exposición continua al ruido, al señalar que no solo genera daños auditivos, como traumas acústicos, sino también trastornos generales como estrés, cefaleas, afecciones cardiovasculares y alteraciones del sistema nervioso, siendo ejemplos habituales los ruidos del tráfico o el bullicio urbano, que afectan de manera constante.
Por otro lado, describió algunas referencias sonoras comunes para dimensionar el impacto: “Por ejemplo, una conversación habitual ronda los 40 decibeles, una aglomeración de personas llega a los 60, un tren a 80 y el tránsito en general alcanza los 90 decibeles. Las perforadoras de calle superan los 100, lo mismo que un recital de música. A partir de los 100 decibeles ya hablamos de niveles nocivos que pueden dañar el oído interno”.
En este contexto, advirtió sobre los efectos directos en la audición: “Esa exposición frecuente a ruidos intensos deteriora las células del oído interno, lo que puede generar pérdida auditiva, sobre todo en las frecuencias agudas. Incluso puede aparecer un zumbido interno, que no proviene del exterior sino de las propias células que han sido dañadas”.
Sobre la prevención en jóvenes, compartió una experiencia personal que refuerza la necesidad de concientizar: comentó que su propio hijo, de 20 años, usa auriculares con volúmenes tan altos que ella misma puede escuchar la música desde fuera, lo cual refleja la falta de conciencia sobre los riesgos auditivos a esa edad.
Finalmente, subrayó la importancia de incorporar medidas simples de protección: “No se trata de dejar de ir a recitales, pero sí de usar protectores auditivos, como los de poliuretano, esa esponjita que se coloca dentro del oído, que se consigue en cualquier farmacia. No se nota y reduce varios decibeles del ruido, haciéndolo menos dañino”.