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25 de agosto: Día Nacional de Ayuda a la Persona con Autismo

La fecha conmemora la creación de la Asociación Argentina de Padres de Autistas (APADEA) en 1994, que reúne a las familias para ofrecerles orientación, asesoramiento e información, junto a un equipo de profesionales, especialistas e investigadores. El objetivo de este día es concientizar sobre la importancia de ser parte activa en la integración de las personas que presentan esta condición.

Sobre esto, el jefe del servicio de Maduración y Desarrollo Infantil del hospital Nicolás Avellaneda, doctor Juan Pablo Molina, manifestó: “Siempre hay que destacar el trabajo que hacen las asociaciones de padres, porque son varias y ayudan muchísimo. A partir de que una familia recibe el diagnóstico, y esto lo sé por relato de los padres, ellos se ponen en contacto con estas asociaciones y reciben ayuda casi inmediata en cuanto a orientación por parte de otros padres que ya tienen recorrido un camino y ya pasaron por muchas situaciones. Tienen estrategias, consiguieron leyes que protegen en general a niños con diagnóstico de autismo. Me parece muy positivo que se conmemore un día así”.

En este sentido, el profesional subrayó que los padres en general y especialmente las madres, son quienes están más atentas a ciertos aspectos sutiles del desarrollo del niño. Desde muy temprana edad, los adultos refieren a ciertas cuestiones relacionadas a la interacción y comunicación del niño, y a ello hay que darle importancia, sostiene.

“Las preocupaciones de los padres tienen altísima sensibilidad para poder detectar un trastorno del desarrollo. Cuando un papá o mamá está preocupado por el desarrollo de un niño, desde la interacción o conducta, hay hasta un 85 por ciento de posibilidades de que el niño pueda tener un trastorno del desarrollo”, advierte.

El pediatra a su vez es un actor fundamental de este proceso porque hace el control regularme durante los dos primeros años. “En estos primeros años pueden surgir los primeros signos de alerta del trastorno del espectro autista, por ejemplo: que el niño no establezca contacto visual con otra persona, poder prestarle atención cuando le hablan o quieren hacerlo jugar”, agregó.

Es así que, se debe tener en cuenta los siguientes signos:

  • Antes del año, los padres pueden referir que su hijo los mira mientras juegan, que es capaz de reconocer su nombre a partir de los ocho o nueve meses, pero cuando esto no ocurre es un signo de alerta
  • Que no desarrolle las primeras palabras, acompañado de la falta de contacto visual, de reciprocidad en la interacción
  • A veces algunas conductas que llaman la atención como la intensidad de los berrinches, movimientos asociados del cuerpo como aleteo con las manos cuando se ponen muy contentos o nerviosos
  • Deambulación sin sentido, caminata en punta de pie o cuestiones asociadas
  • Se ponen sensibles ante los ruidos o ciertos estímulos auditivos, se tapan los oídos con las manos
  • Explorar los juguetes de manera particular, poner en fila diferentes objetos, son intereses particulares

“Principalmente debemos pensar la ayuda a niños con diagnóstico de TEA desde un marco macro y micro. Lo primer, como sociedad debemos pensarlo para chicos con TEA o cualquier discapacidad, debemos tener una mirada más amplia e inclusiva. Desde lo micro, por ejemplo, que el docente con alumno con TEA debe tener ese concepto adquirido para poder entender cómo ve el mundo un niño con TEA y ayudarlo desde ahí, no imponer reglas o formas de ver el mundo como lo vemos nosotros, sino que podamos adaptar eso de tal manera que el chico pueda estar incluido en la educación. Los padres mismos deben cambiar su forma de ver muchas veces las cosas, para entender a su hijo y desde allí ayudarlo. Es una patología muy prevalente y todos tenemos la obligación de entender estas situaciones”, concluyó.