Estrés infantil: cómo detectarlo y tratarlo
Se trata de una problemática que suele mostrarse en aumento ante situaciones de cambio como la que ocasionó la pandemia en los diferentes ámbitos donde se desarrollan los niños: familiar, social y escolar.
La psicóloga del hospital del Niño Jesús, licenciada Lucia Pereyra, explicó que el estrés infantil, suele relacionarse con la exposición del niño a una situación de cambio, que requiere de adaptación de alguna manera a lo desconocido. Por ejemplo, situaciones como la separación de los padres, un cambio de escuela, mudanzas o cualquier escenario que para ellos implique un nuevo desafío que requiera nuevamente de su adaptación.
Este enemigo silencioso pero dañino afecta al cerebro de los niños y tiene una relación directa con la disminución de su autoestima, de capacidades y habilidades cognitivas, como pueden ser la concentración o la memoria, entre otras. Tanto el miedo como el estrés, suceden predominantemente en el hipocampo, esa área del cerebro relacionada con la memoria y la gestión de las emociones, formado por neuronas muy “sensibles” que suelen reaccionar al estrés y al miedo y que por ello no retienen información, lo que puede tener un efecto directo en las tareas escolares, por ejemplo.
“El niño puede presentar diferentes síntomas y de persona a persona varían de manera muy particular. En algunos niños se aprecia un estado de elevada irritabilidad, cambios bruscos en el estado anímico, en la conducta, enojos, tendencia al aislamiento, en otros se manifiestan miedos y puede afectar el sueño” explica Pereyra, en tanto hace hincapié en que, por lo general, cuando los niños no pueden entablar o mantener lazos sociales, especialmente a medida que van creciendo y necesitan más del acompañamiento de sus pares, suele repercutir en la generación de diversos niveles de estrés.
La capacidad de integración es entonces un factor preponderante en estos cuadros. “Justamente el juego, la actividad lúdica, son fundamentales en estas situaciones, que los chicos puedan jugar no solo con otros niños, sino también con los adultos a su cargo es muy importante. El juego es un recurso para elaborar cualquier situación conflictiva”, definió la especialista.
Respecto a cómo afectó a los niños la pandemia, la psicóloga sostuvo que mayormente se vieron las consecuencias de esta crisis sanitaria mundial en niños más grandes, de 10 años y adolescentes, ya que impactaron directamente en ellos y en sus familias: “Se generaron situaciones de mucha ansiedad, estrés, dificultades serias para conciliar el sueño¨.
En lo que atañe al momento propicio para consultar, la profesional afirma que cuando se nota algún cambio en la conducta que persiste o en el estado anímico que no puede ser contenido por el núcleo cercano, es necesario consultar. “Los niños tienen una plasticidad que es mayor a la del adulto. Cuando están bien acompañados y contenidos, pueden elaborar situaciones que les hayan podido generar cierto grado de estrés y continuar, por eso cuando esto persiste y no se logra sobrellevar, se requiere de la consulta con el especialista”, dijo.
El fin de la labor es ir orientando a los padres acerca de las mejores maneras de contenerlos, asesorarlos sobre cuáles son las dificultades que van planteándose en la consulta y que en cada grupo de padres es diferente y puede poner en juego el vínculo con su hijo.
El niño no tiene la capacidad de expresar ese estrés, pero una forma de darse cuenta es cuando, por ejemplo, se dedica solo a los videojuegos, a ver series, se aísla. Puede parecernos “saludable” porque no sale a contactar con el virus y los afectos en el exterior, pero no es saludable para su psiquis. Hay ansiedad reprimida y depresión a distintos grados y niveles.