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“Lo que más me gusta de mi trabajo es venir a tratar de ayudar a que la gente salga adelante”

María de los Ángeles Ramírez Molina es licenciada en kinesiología y fisiatría, nació y se formó en Corrientes, pero vive en Tucumán hace ya 19 años y dedica sus días a atender a la comunidad del hospital de Alberdi. Su compromiso y dedicación, que la lleva diariamente a asistir a pacientes con patologías respiratorias, traumatológicas, reumatológicas y neurológicas; la enfrentó también a la asistencia de pacientes con Covid en la etapa más dura de la pandemia.

Se puede decir que el amor fue un factor importante en la elección de Tucumán como el segundo hogar de María de los Ángeles, quien vino hace 19 años a probar suerte en lo laboral: “Vine y me quedé para forjar un futuro, me radiqué en Monteros adonde conocí a mi marido con quien nos casamos hace 17 años. Allí vivo actualmente y tengo 3 hijos, la primera tiene 16 años, tengo además un varón de 14 y una nena de 9 años”.

“A mí Corrientes me encantaba, pero hay muchos profesionales y sentí que necesita salir de allí para probar suerte en otro lugar, hice dos meses de pasantías en un hospital público de Misiones, en la localidad de Oberá, y ese lugar me gustaba para vivir, pero una colega me ofreció conocer Monteros porque se hablaba de que había muchas posibilidades de trabajo”, contó la profesional a la vez que relató el desencanto inicial que sufrió cuando se enfrentó con dificultades para asegurar una fuente laboral estable, lo cual la llevó a realizar atenciones a domicilio y con mucho esfuerzo establecer su propio consultorio en el cual todavía atiende.

Desde su hogar en Monteros María de los Ángeles se traslada todos los días a la ciudad de Alberdi desde 2017 para realizar su trabajo: “En 2013 me convocaron para el Programa de Infecciones Respiratorias Agudas Bajas (IRAB), trabajé 4 años en el mismo en el hospital de Concepción, pero tenía su ciclo de inicio y fin. El primer año fueron 3 meses, el segundo 4, el tercero 6 pero yo sabía que tenía su fin; después hice dos reemplazos y en el quinto año cuando iba a comenzar a trabajar en Concepción nuevamente, me enteré de que había salido mi nombramiento en Alberdi”.

No había kinesiólogos en el hospital de Alberdi antes de 2017, a María se le asignó un consultorio e inició su labor: “Empecé de abajo, pedí solo una lámpara al principio, hasta que la directora de Rehabilitación de la Provincia, licenciada Liliana Perret, me dijo que necesitaba un espacio físico para establecer formalmente el servicio de Kinesiología. La directora me ofreció el lugar donde había funcionado la maternidad y a mí me pareció hermoso, así que comenzaron a trabajar allí para hacer realidad este servicio que funciona hace ya aproximadamente 3 años”.

En el servicio de kinesiología del hospital de Alberdi se atiende pacientes con patologías respiratorias, traumatológicas, reumatológicas y neurológicas, tanto niños como adultos: “El paciente que viene es atendido, no solo si es oriundo de Alberdi, sino también de sus alrededores, incluso tenemos pacientes de Graneros, tratamos de abarcar todo lo posible. Recibimos unas 40 consultas por día y una vez que impactó la pandemia empezamos a especializarnos en rehabilitación post-Covid”.

Pandemia: “Sentí miedo y mucha angustia”

En un principio, cuando convocaron a María de los Ángeles para hacer hisopados, se sorprendió. La pandemia inició en marzo y a ella la llamaron a capacitarse entre abril y mayo de 2020 en el hospital Centro de Salud: “En junio me avisaron que tenía que presentarme de un día al otro en Concepción porque necesitaban hisopadores. Fuí a las 8 de la mañana y me llevaron a Villa Quinteros a hisopar familias con sospecha de Covid, allí visitamos a las primeras 4 casas, guardando todos los recaudos y vi a los primeros dos casos positivos. Eso me causó mucho miedo, pero más adelante con el transcurso de los meses los casos aumentaban exponencialmente, así como la gente para hisopar”.

“Era angustiante ver a tanta gente contagiada y tantos otros que aun así no tomaban los recaudos para cuidarse, que hacían fiestas, se reunían y sentí necesidad de expresarme, lo hice a través de Facebook, rogando que se cuiden, alertando sobre los casos que se encontraban en aumento, contando que hisopábamos de a 100 personas por día en Alberdi en ese momento y el mensaje llegó a muchos, recibí muchas solicitudes, la gente empezó a querer saber más”, recordó pensando en cómo empeoraban las sensaciones ante la muerte de contagiados.

El efector de Alberdi, que cuenta con una sala de pediatría, una de mujeres y otra de hombres en las cuales kinesiología desarrollaba su labor diaria, necesitó cerrar un área y dedicarla específicamente a la recepción de pacientes Covid positivos: “Cuando venía de hisopar pasaba a la sala a ver a los pacientes internados y atender su parte respiratoria. La tarea involucró a gente de todas las edades y una actividad sin descanso”.

María tiene a sus padres en Corrientes y el miedo a que se contagiaran y no poder estar cerca de ellos para asistirlos fue constante: “Mis padres son personas grandes y cuando salieron las vacunas fui la primera en insistirles en que se las aplicaran para que estuvieran protegidos. Sentí mucha angustia de no poder verlos, yo suelo viajar constantemente y esa separación, esa angustia de no poder hacer nada por ellos más que estar al teléfono recomendándoles cuidarse, me generaba mucha impotencia. Ellos también temían y estaban muy afligidos por mi actividad laboral y la exposición”.

A lo largo de este tiempo la profesional recibió 8 hisopados entre PCR y test rápidos y afortunadamente todos fueron negativos, pero le tocó enfrentarse cara a cara con la muerte de pacientes que asistió y a los que quería:

“Lo primero que viene a mi mente es una enfermera y compañera que estuvo internada aquí. Con Rosita comíamos juntas en las guardias, compartíamos muchas cosas y un día dio positivo. Fue lo que más me dolió y me tocó de cerca por haber sido mi compañera, yo entré a hisopar a una paciente internada y la vi allí, me miró y lo último que me dijo fue -´Negra, cuidate´, después sus valores desmejoraron, la derivaron y falleció”.

Actualmente María trabaja en terapias post-Covid y resalta que, si bien hoy el numero descendió mucho, llegaron a atender a una gran cantidad en su momento. Los pacientes traumatológicos siguen encabezando la lista de prestaciones en kinesiología, pero desde abril a agosto las cifras de pacientes con patologías respiratorias suben, como es el caso de los niños con bronquiolitis, SBO o IRAB. “Somos dos kinesiólogas, Eugenia es mi compañera que está en el servicio desde el año pasado, y junto a ella recibimos derivaciones de todos los Caps de la zona y de especialistas del mismo hospital y de la parte privada”, contó.

“Lo que más me gusta de mi trabajo es venir a ayudar a la gente a que salga adelante. Aquí muchas personas vienen con problemas de casa, a veces la dolencia de la rodilla, la columna, la cervical, no es lo que más pesa, sino el problema que acarrean en cada uno de sus hogares y con el solo hecho de vernos, pueden quizás encontrar un desahogo y ayudar en eso, en que pueda contar su problema e irse más aliviado de acá, es o que más me gusta”, reflexionó.

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