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“Ningún niño está limitado a tener un futuro”

Así lo expresó Fabiola Marcaida, hermana de María José, una joven de 22 años con Síndrome de Down que se desempeña como maestra auxiliar en el Jardín de Infantes “Instituto Nicolás Avellaneda”, hace ya tres años.

María José puede desempeñar esta tarea gracias al apoyo incondicional de su familia y a la atención que recibe tanto ella como su hermana Romina, por parte del servicio de Fonoaudiología del CAPS Villa Alem, donde mejora sus capacidades de lectura y escritura.

La fonoaudióloga del CAPS, María Florencia Fernández detalló que la tarea que se lleva adelante con la paciente, quien fue incluida en el sistema de escolaridad, es reforzar su proceso de alfabetización, trabajando el vocabulario comprensivo y expresivo.

“Al continuar con el tratamiento se desarrollan los aspectos fonético y fonológico del lenguaje, se mejoran todos los defectos articulatorios y la modulación. Esto es fundamental para ella, que necesita un buen lenguaje para poder desempeñarse en su trabajo con los niños”, explicó Fernández y afirmó que cuanto antes tenga lugar la estimulación y la escolaridad es mucho mejor para que los chicos sean independientes y puedan desenvolverse en el día a día.

La directora del centro asistencial, Margarita Dumit destacó que el SIPROSA brinda un abordaje libre e inclusivo a todas las personas con sus diferentes capacidades, para que tengan acceso a la atención en salud psicopedagógica, fonoaudiológica, clínica, nutricional y en cobertura de inmunizaciones.

El cuadro de María José no fue obstáculo para superarse a sí misma y es un ejemplo inspirador y digno de destacar en el marco de las iniciativas que durante el mes de marzo se realizaron a nivel internacional, por celebrarse el Día Mundial del Síndrome de Down.

Estas actividades buscan estimular a aquellas personas que nacieron con esta particularidad genética (generada por la aparición del cromosoma 21 en cada célula) y que la sociedad desarrolle herramientas de inclusión en todos sus ámbitos.

Esta joven tucumana realizó sus estudios primarios y secundarios en el Instituto Nicolás Avellaneda y posteriormente inició su vida laboral allí mismo. El caso de María José no es conocido públicamente pero demuestra que con el apoyo del núcleo familiar como primera instancia social, sumado a la estimulación de salud y al aporte ejemplar de esta institución educativa, se puede generar conciencia en nuestra sociedad de que personas con síndrome de Down pueden superarse y desarrollar con eficacia y buen rendimiento tareas específicas.

Toda persona que tenga la posibilidad de ver a María José desempeñando su habitual trabajo con los niños: cantándoles, proporcionándoles las herramientas para colorear o hacer otras actividades, formándolos o simplemente brindándoles una muestra de cariño, pueden justificar sus palabras cuando dice convencida: “Soy feliz”.

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