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“Sí soy otra, salieron dos personas de mi cuerpo y me siento muy feliz”

La historia de María Fernanda Alzogaray (43) es inspiradora, de lucha, de sueños, de tropiezos y volver a empezar. Después de cuatro años de tratamiento en el Sistema Provincial de Salud y una cirugía bariátrica de por medio, nació de nuevo.

“Llegué un 3 de diciembre preguntando por la doctora Fernanda Rodríguez, pero no había turnos ese día. Me dijeron que me quede para ver si me podía atender, ese día me acompañó mi hijo, me sentía mal. Mi mamá tiene diabetes y yo sentía que tenía los síntomas. La doctora finalmente me atendió, me envió a hacerme los análisis. Entonces la bioquímica me confirmó que era diabética y que tenía que ir con la doctora urgentemente porque tenía muy elevada el azúcar”, recuerda Fernanda.

Cuando conoció su diagnóstico de diabetes, recuerda que lloró. En la primera entrevista con Rodríguez, quien se desempeña como médica especialista en Diabetes en el hospital Avellaneda, se enojó porque la profesional le había dicho que tenía problemas en sus piernas. Se fue, pero esa misma tarde volvió.

“Se me reventó la varice que ella me había dicho que estaba mal en mis piernas. Ahí me di cuenta que ella no era mala sino que recapacité en el estado que yo estaba, pesaba 238 kilos, jamás me voy a olvidar cuando miré la balanza. Perdí a mi papá por obesidad, él llegó a pesar 350 kilos. No me olvido que había que sacarlo envuelto en una colcha para ponerlo en un cajón. Entendí que la doctora me estaba diciendo la verdad y fue cuando empecé el tratamiento”, continúa.

Para ello, comenzó con dieta y luego agregaron clases de gimnasia. Empezó a notar el resultado de su esfuerzo. Tras un tiempo, bajó de peso pero llegó a un punto de estancamiento. Cambiaron el plan alimentario con la nutricionista del hospital y volvió a ver los frutos.

“Tomamos la decisión con la doctora Rodríguez de buscar ayuda en el CEPTA. Cuando conocí  a la doctora Caram, veníamos complicados con el tema de las piernas porque tenía mucho dolor y no podía hacer gimnasia, entonces ella me recomendó al doctor Muller que hace tratamientos para el dolor en el hospital Padilla. Él me está ayudando mucho, tomo morfina y otras cosas más, pero vamos tratando”, dice.

A los meses de ingresar al CEPTA y luego de postularse, salió su posibilidad de operarse con la cirugía bariátrica a través del efector público. Esa fecha sigue en sus recuerdos, fue el 25 de julio por la mañana cuando le dieron la buena noticia por teléfono.

Sin embargo, Fernanda declinó la propuesta. Estaba atravesando por un momento delicado en su vida tras perder a su marido y no quería dejar a sus hijos solos.

“Me dijeron que íbamos a esperar y ver más adelante. Después entramos en pandemia y yo seguía con la dieta. Ya para entonces iba a llegar a los 100 kilos bajados, que ya era mucho. Esto no es sólo mi mérito, la doctora Fer estuvo conmigo, buscó un equipo maravilloso que me acompañó. El doctor Cabrera que es el cirujano buscaba fecha hasta que pudo,  y este 1 de diciembre me operó. La llamé a mi doctora, celebramos, era como que entráramos juntas al quirófano”, cuenta.

Y sostiene que esta operación es algo maravilloso que le ocurrió en la vida. “El día de la operación llegó mi psicólogo, charlamos. A las 12.30 horas me bajaron al quirófano, el doctor Cabrera es una excelente persona, un ser humano maravilloso, igual que la nutricionista. Tengo un equipo muy lindo que me acompaña en todo esto; gracias al señor Emilio de servicio social que siempre me ayudó. Tengo un profe de Gimnasia que me escucha, cuando no podés más te dice ´hace lo que podas, aunque sea sentada´. Amo hacer gimnasia, por el tema de salud de mis piernas se me complicó mucho; pero se puede”, relata.

Cada día, afirma, a la gente que la cruza en la calle le cuesta reconocerla. “No me conocen, me dicen que soy otra. Y sí soy otra, salieron dos personas de mi cuerpo y me siento muy feliz, acompañada de toda esta gente maravillosa que está a mi par y a la que le debo mucho porque nadie me hizo sentir el cariño y el amor que tienen hacia mí, ni mi propia familia. Le doy gracias a Dios por los maravillosos que son, es una gran alegría. Esto lo estoy haciendo por mí, por mi vida. Quiero decirle a la gente que sí se puede. Antes de la cirugía ya había bajado más de 100 kilos. Cuando uno necesita ayuda hay que buscarla, porque la obesidad es una enfermedad, hay que lucharla día a día para poder salir adelante”.

Los testimonios del equipo

Por su parte, la doctora Fernanda Rodríguez, médico generalista especializada en Diabetes del hospital Nicolás Avellaneda, remarca que cuando la paciente llegó al efector en 2017 presentaba además de diabetes, artrosis severa en sus articulaciones, varices complejas en piernas y una sociopatía que acompañaba su historia.

“En ese momento como médico de cabecera inicié un chequeo completo y vi la necesidad de encarar toda su historia de salud a través de un equipo interdisciplinario que es el que está reunido hoy y luego de casi cuatro años y una pandemia en el medio, llegamos al momento culmine de su tratamiento. Una paciente que a través del tratamiento médico, nutricional, psicológico, la actividad física adaptada, la asistencia social y la participación de todo el equipo del CEPTA, se logró la cirugía bariátrica. Desde que empezó su tratamiento hasta hoy, va bajando más de 120 kilos, y eso es lo que se festeja hoy, su éxito. Haber dicho sí al cambio, haber aceptado la propuesta, el éxito es de ella. Lo que hicimos fue acompañarla, sostenerla, contenerla, y cada uno desde su área aportar su conocimiento”, manifiesta.

Así también la directora del CEPTA, doctora Alejandra Caram, recuerda que Fernanda sufrió de una enfermedad crónica y tan compleja como la obesidad mórbida. “Pero tiene una capacidad de resilencia y una fortaleza impresionante, de hecho pudimos llegar a la cirugía bariátrica gracias a la voluntad y a la fuerza que le puso. Es una persona muy especial, si bien nosotros tenemos una gran demanda de pacientes con obesidad mórbida, no todos tienen la capacidad de adquirir estos cambios de hábitos, de modificar su estilo de vida y de llegar a la cirugía. Lleva mucha preparación desde el área física, emocional y mental, es todo un trabajo que se hace con un equipo interdisciplinario pero sobre todo con un trabajo interno que tiene que hacer el paciente para poder llegar a esta instancia”, añade.

Finalmente, el doctor José Cabrera, cirujano bariátrico del CEPTA y Centro de Salud, concluye: “Ella tenía una obesidad muy grave, más de 200 kilos, y logró un tratamiento clínico muy bueno con su equipo interdisciplinario en el hospital Avellaneda, lo cual muestra muy bien como es un proceso bariátrico correcto. A pesar de lograr un descenso de peso muy bueno, ese descenso de peso y esa mejoría en sus enfermedades no era suficiente. Un paciente que pesa 200 kilos si baja 70 kilos nos puede parecer que es muy bueno porque se saca una persona de encima pero una mujer que pesa 120 kilos con una estatura de 1.60 m, sigue sufriendo obesidad, entonces la cirugía bariátrica ingresa en estos pacientes como una herramienta más dentro del armamento terapéutico para lograr un descenso de peso óptimo, suficiente y que le permita que sea sostenible en el tiempo”.

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