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Trastornos Alimentarios: Cómo abordarlos y pedir ayuda

La nutricionista del Caps Villa 9 de Julio, licenciada María Emilia Jarma, se refirió a las problemáticas englobadas dentro de lo que se conoce como trastornos alimentarios y a la necesidad de priorizar abordajes y tratamientos interdisciplinarios e involucrando a la familia y afectos en un rol activo de transformación y acompañamiento para con quienes los sufren.

Los trastornos alimentarios refieren a conductas que llevan a un cambio en la alimentación, las cuales pueden tener lugar por diversos motivos como déficit o superávit calórico, seguidos muchas veces de atracones o vómitos o el consumo excesivo de laxantes.

“Este tipo de trastornos, que son los más conocidos pero no son los únicos que existen, se dan mucho en la etapa de la adolescencia y por eso se considera sobre todo que el tratamiento de un paciente que padece estas afecciones debe ser guiado y acompañado por profesionales competentes que asistan de forma transversal, trabajando la terapéutica en conjunto con psicólogos, ya que el factor emocional es fundamental en estos casos, la falta de autoestima o de amor propio que suele tener aún más lugar y consecuencias en los adolescentes e incluso en el traspaso de la primera infancia a la etapa juvenil”, reflexionó la especialista.

En esta línea Jarma comentó que la labor interdisciplinaria y con el compromiso de la familia juega un rol preponderante al momento de abordar estos pacientes: “El primer síntoma de alerta se encuentra en la anamnesis o el proceso de exploración clínica o interrogatorio que el profesional realiza con el paciente en la consulta sobre sus hábitos diarios. Si se empieza a notar que hay un déficit alimentario, si saltea comidas o lleva al extremo la exigencia de su cuerpo con respecto al deporte, estos se convierten en signos de pregunta sobre la salud del paciente”.

“Si registramos un miedo por parte del paciente a los cambios en su peso, si notamos algo particular en cómo se posiciona ante la balanza, esto debe actuar como llamados de atención para el profesional, así como el estado de la piel al momento de la consulta, del cabello y las uñas porque son indicadores de alimentaciones deficitarias en minerales y vitaminas. Si no se realiza un buen registro de todas estas cosas se pierde información muy valiosa del paciente y clave para prevenir”, agregó la licenciada.

En lo que apunta a recomendaciones para la familia de un paciente que sufre trastornos alimentarios, Jarma priorizó el factor emocional, la interacción con los pares y el manejo de la información que se recibe de los medios que bombardean y muchas veces desinforman:

“Lo primero es consultar con un nutricionista para poder arribar a un diagnóstico, al mismo tiempo que se debe solicitar asistencia psicológica para que el tratamiento vaya de la mano interdisciplinariamente y el paciente recorra un solo camino firme hacia el reencuentro con él mismo, su centro, su registro de lo que le sucede y con perderle el miedo a las comidas y su relación con ellas, recobrando así sus energías y mejorando sus estados de ánimo”.