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Importancia de consultar a tiempo ante síntomas de hipertensión infantil

Si la presión arterial alta no se identifica a temprana edad, podría pasar sin diagnosticarse durante años, lo que acabaría por ocasionar un daño orgánico y otros problemas de salud como artropatías coronarias durante la vida adulta.

La hipertensión infantil es una patología que es relativamente de menor incidencia o rara, en comparación a la población adulta, que puede resultar una problemática vinculada con trastornos alimentarios en niños referidos al sobrepeso y la obesidad infantil.

“Si bien es una enfermedad asintomática, muchas veces llamada enfermedad silenciosa, la evaluación de la presión arterial debe ser de rutina en niños sanos a partir de los 3 años de manera anual, en cada control pediátrico durante toda la infancia”, explicó la jefa del servicio de Cardiología del hospital del Niño Jesús, doctora Patricia Baselga.

En muchos casos, la presión arterial alta parece desarrollarse con la edad. Como resultado, un niño puede no mostrar signos de presión arterial alta como bebé, pero podría desarrollar la afección a medida que crezca.

Para los 7 años, más del 50 % de la hipertensión se debe a la obesidad; esto aumenta a entre el 85 y el 95 % durante la adolescencia. Por consiguiente, los buenos hábitos de alimentación (no comer en exceso, consumir alimentos bajos en sodio y azúcares adicionales y rico en frutas y verduras) y abundante actividad física son cosas importantes durante los primeros años de la infancia, y para el resto de la vida.

Cuando la presión arterial alta se torna grave en los niños, suele ser un síntoma de otro problema complejo, como una enfermedad renal o anomalías del corazón o del sistema nervioso o endócrino. Con respecto a esto último, Baselga explicó: “Los valores de presión no se asemejan a la de los adultos, de hecho, no existe un valor estándar en niños ya que estos están relacionados al sexo y la talla del paciente, esto será compatibilizado con una tabla de valores normales para la población argentina de la Sociedad Argentina de Pediatría”.

Con respecto a cómo se determina que el paciente puede tener hipertensión, la referente comentó: “Luego de tres tomas sucesivas de valores anormales, si estos son persistentes de forma elevada, se puede considerar que el niño tiene hipertensión, por lo tanto, no se trata de un diagnóstico que se hace en un instante, sino a partir de reiteradas consultas”.

“En el caso de las emergencias hipertensivas, donde el paciente presenta valores muy elevados pueden, en ocasiones, darse a través de síntomas como, por ejemplo, problemas visuales, cefalea intensa, debilidad generalizada, donde se puede observar los daños que ha producido esta patología en el niño”, aseveró la especialista y explicó que, en algunos casos, se requiere de la internación del paciente para propiciar un tratamiento específico.

“Si el niño no tiene síntomas, se estudia la causa ya que, muchas veces habiendo existencia de una enfermedad como la renal, se trata ese tema específico y la hipertensión se puede resolver”, agregó la jefa del servicio.

Con respecto a aquellos niños que padecen hipertensión arterial sin ser causada por otras enfermedades la referente dijo que hay un pequeño porcentaje de pacientes que tienen la patología, considerados sin causa evidente, porque no presentan enfermedades renales, ni cardíacas, ni metabólicas, ni hormonales. Y con base en esto, detalló: “Cuando se descartan todas esas posibilidades, se llega a la conclusión de que se trata de una hipertensión arterial esencial que es como la hipertensión que se presenta en adultos, y en este caso, no es una enfermedad que se cure, es crónica, por lo que debe ser controlada y monitorizada permanentemente”.

La cardióloga advirtió que la hipertensión, al tratarse una enfermedad que va a atravesar todas las etapas de la vida de la persona, va a ir dañando órganos blancos como: la retina, el riñón, el corazón y el cerebro. Por ello, periódicamente estos órganos deben ser monitorizados para controlar el desgaste que se puede provocar en ellos.

Para finalizar, la doctora Baselga recomendó: “Es muy importante tener en cuenta que, si hay familiares con esta patología, los padres del niño hagan saber al pediatra en la consulta de niño sano, que existen antecedentes familiares de este tipo para que durante toda la infancia el niño sea controlado y estén alertas a los signos de alarma que se pueden presentar”.